Por Jorge Fuentes Fetis, Alcalde de Los Álamos, periodista, magíster en Comunicación Estratégica y Negocios
No es fácil reparar el daño causado a la
credibilidad y confianza de la ciudadanía, pero al menos, en los
distritos y circunscripciones en que se tomó el acuerdo de someterse a
primarias, el proceso iniciado debe terminarse, llevando a cabo la
elección primaria que permita a la ciudadanía decidir sobre las
respectivas candidaturas y así comenzar con el cambio, fomentando una
nueva manera de hacer política, aunque suene cliché “por la gente y para
la gente”.
Tras largos debates, idas y venidas, los
partidos convinieron en aprobar una ley de elecciones primarias para
definir las candidaturas a la Presidencia de la República y el
Parlamento. Se trataba justamente de encantar de nuevo a la ciudadanía
con la política, actividad que ha llegado a los más altos niveles de
reprobación y apatía, haciendo visible la profunda crisis de nuestra
institucionalidad democrática.
El alto porcentaje de abstención en las elecciones municipales cuando
se inauguraba la inscripción automática y el voto voluntario reforzó la
percepción de que se debía generar mecanismos para que el electorado
pudiese recuperar la confianza en las instituciones.
Sabemos cuánto celebraron todos los partidos políticos la Ley de
primarias legales y cómo se comprometieron. La ciudadanía recibió esta
ley con esperanzas y alegría. Los partidos generaron mecanismos para la
inscripción de candidaturas y se puso en marcha un proceso con amplios y
valiosos debates, también con presiones por una mayor amplitud de las y
los participantes.
Los partidos políticos no pensaron en las personas con las cuales se conversó en la calle, a las que se les tocó la puerta, diciéndoles que en las elecciones primarias podrían participar y decidir las candidaturas, en síntesis proponer a quién mejor los representara.
Para la ciudadanía de oposición se abría la posibilidad de incluir
líderes sociales de trayectoria e iniciar el reemplazo de la vieja clase
política, sus prácticas y sus “berrinches”, en fin de sumar fuerzas en
pos de la anhelada renovación de la clase política actual.
El 1 de mayo en la noche, tras una masiva y entusiasta marcha por el
Día Internacional del Trabajo, Bárbara Figueroa, Presidenta de la
Central Unitaria de Trabajadores, concitó la total adhesión a sus
demandas de transformación, el país se enteró en ese momento de que no
habría elecciones primarias parlamentarias, que los partidos políticos
no habían llegado a acuerdo para firmar el pacto correspondiente.
Posterior a ello hubo numerosas explicaciones, incluso, que sólo se
trataría de un retraso y que el acuerdo se alcanzaría de todas maneras,
como siempre.
Precisamente ahí está el problema, ese “como siempre” es de nuevo sin
escuchar a la ciudadanía, sin hacerse cargo de sus anhelos y
esperanzas, dejando de lado los procesos participativos iniciados y
valorados. Una nueva traición de la clase política a la ciudadanía.
Sin lugar a dudas miles de ciudadanas y ciudadanos desencantados que
abrieron una pequeña puerta para volver a confiar en la política, para
apoyar nuevas candidaturas elegidas, precisamente, ya no de cúpulas
administrativas, sino, de verdaderos representantes elegidos por el
pueblo.
Creo que los partidos políticos no pensaron en las personas con las
cuales se conversó en la calle, a las que se les tocó la puerta,
diciéndoles que en las elecciones primarias podrían participar y decidir
las candidaturas, en síntesis proponer a quién mejor los representara.
No sólo se ha traicionado al elector o electora antiguo, sino también
a los nuevos votantes, quienes se incorporaron a este proceso mediante
la inscripción automática, se le incentivó diciendo que no se repetirían
los errores del pasado, que habría caras nuevas, particularmente de
jóvenes, ansiosos por contribuir a las transformaciones políticas
pendientes.
Creo que lamentablemente no es fácil reparar el daño causado a la
credibilidad y confianza de la ciudadanía, pero al menos, en los
distritos y circunscripciones en que se tomó el acuerdo de someterse a
primarias, el proceso iniciado debe terminarse, llevando a cabo la
elección primaria que permita a la ciudadanía decidir sobre las
respectivas candidaturas y así comenzar con el cambio, fomentando una
nueva manera de hacer política, aunque suene cliché “por la gente y para
la gente”. De esta única forma podremos contribuir a que la ciudadanía
no vuelva a cerrar la puerta a la política, por ende debemos esforzarnos
por no volver a decepcionar a nuestra ciudadanía.