Para los más antiguos habitantes de la localidad de
Antihuala, el desmantelamiento por estos días de lo que fue la antigua casa de don Héctor Benard Lozano, en
la calle Diego de Almagro, frente al edificio de la nueva escuela, debe estar
produciendo una gran nostalgia.
Dicha casa, perteneció primeramente a don Octavio Benard que se casó con María Elisa Lozano González, y tuvieron
cuatro hijos: Héctor Octavio, Viola, Pedro Edesio y Luis Alberto Benard Lozano.
Este matrimonio tenían fundo donde realizaban grandes siembras de trigo, avena y papa, cuyas cosechas se
guardaban en sus bodegas.
En 1942, aproximadamente se estableció en dicha casa, la sociedad comercial de Benard Hermanos formada por Héctor, Pedro y Viola Benard Lozano.
Posteriormente don Héctor Benard, que
se casó con doña Asención Mardones, más conocida como la “Sra, Chencho”, con
quien no tuvo hijos y se atrevió a continuar solo con esta gran tienda y almacén abasteciendo
a todos los alrededores.
La instalación de este local comercial,
nació justamente cuando en Pilpilco la Corporación de Fomento de la Producción
(CORFO) creó la Carbonífera Pilpilco, dedicado a la explotación del carbón. Los
mineros y sus familias venían a este lugar a buscar las mercaderías del mes.
Eran tantos los clientes que tuvo “don Tavo” que posteriormente dispuso de una camioneta chevrolet para el reparto. En
1949, se instala en Antihuala la empresa maderera BIMA, con una barraca donde
llegaron a trabajar unas 300 personas y
unos 400 en los aserrados de la cordillera de Nahuelbuta. Todos ellos, compraran
aquí las telas para mandar a hacerse un terno a algún sastre, compraron sombreros,
zapatos de cuero o de plástico, yerba, azúcar, grasa, jabón Popeye y todos los
productos que los obreros y campesinos de
esta localidad necesitaban para su diario vivir.
Desde joven y durante su vida, el
empleado y mozo muy servicial que conocimos en este local fue Renato, de quien no recordamos
el apellido, un hombre sencillo y muy noble. Don Armando San Martín, quien nos
aportó algunos comentarios, también trabajó para el señor Benard. Marcelo Contreras y Mario Silva y tantas otras personas que aún no hemos contactado, seguramente nos podrían contar más historias, pero eso será para otra crónica.
Con
bastante edad don Héctor Benard, gran
fumador, a quien su señora le decía cariñosamente “Ñato”, falleció en el año 1976 y su señora viuda continuó el negocio
un año más, con la ayuda de su hermano don “Lalo” Mardones, pero el negocio no fructificó.
El menor de los hermanos Luis Alberto, por su parte, se casó
con Daniela Jana Santibañez , quienes tuvieron cuatro hijos: Marga,
Sandra, Verónica y Alberto Benard Jana,
más conocido como el “Papi”, quienes
vivieron en lo que fue posteriormente la casa de la familia Castro, donde hoy venden gas,
frente al paradero central. Posteriormente después del año 1960 se trasladaron
a Cañete. Ellos, fueron los que vendieron el terreno, donde se construyó
el Retén de Carabineros Antihuala, en 1961, luego que el terremoto del 21 de
mayo de 1960, destruyera el Retén ubicado en La Araucana.
En los años 1956 y hasta los 65, al negocio
anterior se suman tres únicos locales
más, que abastecían a la población existente en la localidad y sus alrededores y ellos eran: la
tienda de don Lino Araneda y los almacenes de la Familia Briones y Familia
Mendoza Ulloa.
Por casi un siglo, las nobles maderas chilenas con las cuales se
construyó la casa de don Héctor Benard, se mantuvieron en pie. Se pueden
observar aún las vigas y postes de
madera chilena de un gran grosor, intactas, pero que hoy está
viviendo su ocaso porque los nuevos propietarios han decidido por estos días
desmantelar la casa, seguramente para realizar algún nuevo proyecto.
Muchos recordarán, que en el sitio había una gran quinta y un pequeño saltillo de no más de dos metros
que se encuentra al fondo,
por donde cruzan las aguas del estero Naucolón. Tampoco se olvidará que
“don Tavo” era fanático de los caballos y tuvo una yegüa llamada “La
Libertina”, entre los años 60 a 65 del siglo pasado, que la estrenaba en la
Hijuela Pitrinco y la cual llegó a
competir un par de veces al Hipódromo de Concepción. Con la crianza de animales de su fundo ubicado al lado izquierdo a la salida de Caramávida, obtenían leche para hacer queso e incluso mantequilla.
Tampoco nadie se olvidará que allí se
instaló por primera vez en la década del setenta el primer teléfono público que servía a toda la
localidad de Antihuala, Temuco Chico y
Caramávida. Era el único medio de comunicación más inmediato. Por ejemplo, si desde cualquier punto del país, querían
comunicarse con una persona, allí se recibía el mensaje, que se encargaban de
traspasarlo a la persona que correspondía, con un pequeño costo a pagar por recibir el mensaje.
La casa de unos 30 metros de frente, totalmente de madera, era demasiado grande, por ello,
arrendó una parte. En la época de la
empresa maderera BIMA, don Oscar Jeldres, quien fue chofer y logró tener posteriormente un
camión propio, fue su arrendatario. Al
cerrarse la empresa en 1967, don Oscar, decide
trasladarse a Cañete donde con una micro comenzó a hacer el recorrido Cañete Cayucupil y gracias
a un golpe de suerte de ganarse el gordo de la Lotería, logró que la empresa creciera.
Don Oscar ha fallecido, pero sus hijos continúan manteniendo
exitosamente la empresa con recorridos
Cañete- Concepción y viceversa y ahora hasta Lebu.
La casa de don Héctor Benard, junto a
de don Daniel Burdiles, de la
familia Briones ,de la Familia de don Armando Fuentes, de don Eduardo Torres, la
familia Pascal, de don Corcino Ulloa y un par de casas más distantes, como la de
don Juan Barra y don Carlos Mendoza en Pitrinco, fueron las primeras familias de Antihuala,
entre los años 1920 al 1930, cuando se instaló la estación de ferrocarriles Antihuala,
(que tomó el nombre de la laguna) en el año 1923, con la creación del
ferrocarril Lebu-Peleco. Así se va dando
forma al villorio, que hoy tiene una importante población.
3 comentarios:
Yo pase mis mejores vacaciones, en Antihuala, Temuco Chico, en casa de mis tios Don Adrian y mi tia Maria.
Buenas tardes don Humberto, es efectivamente muy emotivo leer su reportaje y ver la secuencia fotográfica de la inevitable desaparición de esta antiquísima casona.
Le agradezco el recuerdo que hace de mis tíos Tavo y Chochen, creo que su labor de investigación histórica, difusión, conservación de lugares emblemáticos, posee un incalculable valor.
Le saluda cordialmente
Sylvia Emilia Morales Mardones
Gracias Sra. Sylvia por sus comentarios. No podría ser de otra manera, habiendo conocido a don Tavo y la Sra. Chencho y la nostalgia que significa perder un patrimonio de nuestra localidad. Particularmente me quedo con los recuerdos de grandes personas, que fueron amigos de mis padres, que trabajaron en la misma área, el comercio.
Le comento que aparte de esta página estamos en www.facebook.com/antihualanoticias.
Publicar un comentario