Existe en la cordillera de Nahuelbuta,
frente a Caramávida, un lugar llamado Epumallín. Se realizaban allí
todos los años, en verano, rodeos de animales, que organizaban los
lugareños para venderlos y marcar los nuevos de crianza.
Cuentan que, hace más o menos quince
años o más, en uno de los rodeos apareció en un piño, un toro blanco
como la nieve y, que años antes, no lo habían visto, no tenía dueño. Al
tratar de encerrarlos en uno de los corrales que preparan en la
cordillera para marcarlos, el toro no se dejó encerrar y arrancó monte
abajo, desbocado, haciendo trepidar el monte.
Lo vieron en varias oportunidades
más, pero no se dejaba coger, incluso cuenta un viejito lugareño que el
toro “Pluma”, como él lo bautizó, lo acompañaba a la distancia cuando
volvía hacia el cerro.
Hace cinco años, las tierras fueron
vendiéndose a empresas forestales, entonces fue necesario realizar
rodeos para retirar los animales.
Nuevamente apareció el “Pluma”
convertido ya en un animal de mpás de mil kilos. Imposible fue cazarlo,
arremetió incluso contra los jinetes y regresó al monte.
Trataron de matarlo a balas, para no
perderlo, pero tampoco cayó. Demás está decir, que cada verano aparecen
hermosos desendientes del toro “Pluma”.
Versión de Fabiola I. Opazo Rodríguez
De : Leyendas de Arauco
Publicación del Museo de Cañete, año 1992
1 comentario:
Esta muy buena la leyenda me gusto.
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