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jueves, 30 de mayo de 2013

Las primarias a medias.

Por Jorge Fuentes Fetis, Alcalde de Los Álamos, periodista, magíster en Comunicación Estratégica y Negocios

No es fácil reparar el daño causado a la credibilidad y confianza de la ciudadanía, pero al menos, en los distritos y circunscripciones en que se tomó el acuerdo de someterse a primarias, el proceso iniciado debe terminarse, llevando a cabo la elección primaria que permita a la ciudadanía decidir sobre las respectivas candidaturas y así comenzar con el cambio, fomentando una nueva manera de hacer política, aunque suene cliché “por la gente y para la gente”.

Tras largos debates, idas y venidas, los partidos convinieron en aprobar una ley de elecciones primarias para definir las candidaturas a la Presidencia de la República y el Parlamento. Se trataba justamente de encantar de nuevo a la ciudadanía con la política, actividad que ha llegado a los más altos niveles de reprobación y apatía, haciendo visible la profunda crisis de nuestra institucionalidad democrática.

El alto porcentaje de abstención en las elecciones municipales cuando se inauguraba la inscripción automática y el voto voluntario reforzó la percepción de que se debía generar mecanismos para que el electorado pudiese recuperar la confianza en las instituciones.

Sabemos cuánto celebraron todos los partidos políticos la Ley de primarias legales y cómo se comprometieron. La ciudadanía recibió esta ley con esperanzas y alegría. Los partidos generaron mecanismos para la inscripción de candidaturas y se puso en marcha un proceso con amplios y valiosos debates, también con presiones por una mayor amplitud de las y los participantes.
Los partidos políticos no pensaron en las personas con las cuales se conversó en la calle, a las que se les tocó la puerta, diciéndoles que en las elecciones primarias podrían participar y decidir las candidaturas, en síntesis proponer a quién mejor los representara.
Para la ciudadanía de oposición se abría la posibilidad de incluir líderes sociales de trayectoria e iniciar el reemplazo de la vieja clase política, sus prácticas y sus “berrinches”, en fin de sumar fuerzas en pos de la anhelada renovación de la clase política actual.

El 1 de mayo en la noche, tras una masiva y entusiasta marcha por el Día Internacional del Trabajo, Bárbara Figueroa, Presidenta de la Central Unitaria de Trabajadores, concitó la total adhesión a sus demandas  de transformación, el país se enteró en ese momento de que no habría elecciones primarias parlamentarias, que los partidos políticos no habían llegado a acuerdo para firmar el pacto correspondiente.

Posterior a ello hubo numerosas explicaciones, incluso, que sólo se trataría de un retraso y que el acuerdo se alcanzaría de todas maneras, como siempre.

Precisamente ahí está el problema, ese “como siempre” es de nuevo sin escuchar a la ciudadanía, sin hacerse cargo de sus anhelos y esperanzas, dejando de lado los procesos participativos iniciados y valorados. Una nueva traición de la clase política a la ciudadanía.

Sin lugar a dudas miles de ciudadanas y ciudadanos desencantados que abrieron una pequeña puerta para volver a confiar en la política, para apoyar nuevas candidaturas elegidas, precisamente, ya no de cúpulas administrativas, sino, de verdaderos representantes elegidos por el pueblo.

Creo que los partidos políticos no pensaron en las personas con las cuales se conversó en la calle, a las que se les tocó la puerta, diciéndoles que en las elecciones primarias podrían participar y decidir las candidaturas, en síntesis proponer a quién mejor los representara.

No sólo se ha traicionado al elector o electora antiguo, sino también a los nuevos votantes, quienes se incorporaron a este proceso mediante la inscripción automática, se le incentivó diciendo que no se repetirían los errores del pasado, que habría caras nuevas, particularmente de jóvenes, ansiosos por contribuir a las transformaciones políticas pendientes.

Creo que lamentablemente no es fácil reparar el daño causado a la credibilidad y confianza de la ciudadanía, pero al menos, en los distritos y circunscripciones en que se tomó el acuerdo de someterse a primarias, el proceso iniciado debe terminarse, llevando a cabo la elección primaria que permita a la ciudadanía decidir sobre las respectivas candidaturas y así comenzar con el cambio, fomentando una nueva manera de hacer política, aunque suene cliché “por la gente y para la gente”. De esta única forma podremos contribuir a que la ciudadanía no vuelva a cerrar la puerta a la política, por ende debemos esforzarnos por no volver a decepcionar a nuestra ciudadanía.

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